16 décembre 2011

De eso se trata

NOS confiesa Magdalena Vinent, directora de Cedro, que las cosas están peor que mal por la inaplicación de leyes que o no se han reformado adecuadamente (la de propiedad intelectual) o ni siquiera existen (en todo lo relacionado con internet, el Presidente del Gobierno dio a entender que no aprobaba la ley Sinde por la presión de las redes sociales; por presión de las masas, las masas, por ejemplo, linchan; creíamos que las leyes las aprobaba el Parlamento, no Twitter o Mr. Lynch).
Hace unos años, cuando descubríamos uno de nuestros libros colgados en la red, lo poníamos en conocimiento de Cedro. Obligados sus empleados a hacer de gendarmes como en el Far West, se ponían la estrella de sheriff aquellos que, para evitar ser atropellados por los bandidos, ni tienen armas ni licencia de ellas. Con unas cuantas palmadas, como la maestra que reclama un poco de orden en el alborotado gallinero, conseguían que los libros pirateados desaparecieran de tal o cual portal, pero a las pocas horas, aparecían en otro. En este momento no hay autor que no tenga en la red la mitad de su obra circulando por ahí, y seguirá siendo así hasta que no haya las primeras sanciones ejemplares. En Francia a los piratas les cortan el acceso a internet y en los Estados Unidos pueden incluso meterlos en la cárcel, como a cualquier ladrón. No obstante estos ladrones han escogido bien su nombre, emboscándose en el romanticismo de la palabra pirata y en un sofisma: tienes que estarles agradecido porque propagan tu obra. Yo prefiero estar menos difundido y poder seguir escribiéndola. Y la cultura no puede ser gratis porque cuesta hacerla. En todo caso, ha de ser el autor quien decida si quiere o no colgar gratis su obra en la red. No el pirata.
Y la cultura de lo gratis no tiene que ver con la cultura de lo público. Estamos a favor de lo público, pero no de lo gratis (la educación, la sanidad, las carreteras son públicas, pero no gratuitas: las pagamos todos, y por eso aspiramos a una sanidad, educación y servicios públicos con la mayor dotación económica posible). Los piratas no quieren que todo sea gratis para todos, sino que sea sólo el autor quien lo pague (y no, por ejemplo, los fabricantes de portátiles, móviles, tabletas, o las compañías telefónicas, como debieran).
Nos dicen nuestros editores que dentro de dos o tres años no podrán pagar a los autores que escriban libros de cierta notoriedad pública, porque justamente su notoriedad hará que los pirateen antes incluso de que estén en las librerías (siempre habrá un graciosillo en la imprenta, en la distribuidora, en su casa, que se postule para el saqueo, para el sabotaje). O sea, que los autores se morirán de hambre si tienen que vivir de sus derechos de autor. Claro que siempre podrán volver a los orígenes y hacerse juglares y titereros (hoy a ese tablao, a esa zambra, lo llaman el directo). Y a la objeción ingenua de que siempre será mejor un libro de papel que uno electrónico, sólo cabe replicar con la calavera en la mano, como Hamlet: que el papel, como la posteridad, sólo lo merecerá en el futuro el uno por ciento de los libros que se escriben. Los piratas, qué duda cabe, están decididos a que  dilucidemos esta cuestión cuanto antes, acortándonos la vida. ¿Y cómo de salomónica será la decisión del gobierno? Si nos van a partir por la mitad, ¿cuál de las dos mitades seremos los autores, la de arriba, la de abajo? Puedo imaginarlo. "Ser o no ser, de eso se trata", tradujo nuestro recordado Tomás Segovia. 

Museo Arqueológico, Berlin. Noviembre de 2011.

22 commentaires:

  1. Recuerde, los cargos (presidente, alcalde, concejal) van con minúscula.

    Buenos días,
    Mario

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  2. Un poco decepcionado. Del agudísimo sentido critíco de Trapiello, patenete en todos sus diarios y centenares de artículos, se podía esperar algo diferente al típico "los que descargan libros son ladrones y hay que perseguirlos". Es un tema mucho más complejo y se pueden decir muchas más cosas, empezando por nefasto papel jugado por la Sgae. En fin, corporativismo suma y sigue, una ocasión perdida.

    Alberto, un lector (y comprador) del 90% de los libros del Sr. Trapiello.

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  3. Amigo Alberto, yo eso no lo veo muy complejo. Otras cosas sí. Nadie tiene, creo yo, derecho a disponer de la obra de un autor vivo sin permiso de este. Si lo hace, hace mal, como haría mal alguien que entrara en tu casa y se llevara sin tu permiso no sólo una mesa o una silla, sino la luz de tu casa (tapiándote las ventanas). La libertad no es sólo la que tenga la gente para colgar o no libros en internet, es también la de un autor para decidir si quiere o no que otros lo hagan. En fin, te agradezco que compres mis libros, pero podría ocurrir que no pudieras hacerlo más, porque yo no pueda escribirlos al tener que vivir de otras cosas. Saludos.

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  4. Sin ir más lejos, y por ceñirnos a la obra del señor Trapiello, el otro día un amigo me enseñó en su Kindle, pirateado, "La noche de los cuatro caminos", y me quedé de piedra. Creo que, efectivamente, la situación se tornará muy grave rápidamente, y que corresponde al autor de una obra decidir si quiere que la gente se baje al Kindle su obra de manera gratuita, y si no quiere (también tienen que pagar las facturas, como todos), la legislación debe ampararle en sus legítimos derechos como creador y padre intelectual de la obra. No lo veo tan complejo.

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  5. En efecto. La editorial Destino tiene pensado reeditar La noche de los cuatro caminos en breve. Al saber que ya está colgado gratis en la red, ¿qué podrá hacer? A veces alguien ha justificado esa clase de piratería diciendo que se trataba de lectores que, gustando mucho de tal o cual libro, y no pudiéndolo conseguir, decidían por su cuenta y riesgo, sin encomendarse ni a Dios ni al diablo, como suele decirse, tirar por la calle del medio y colgarlo en la red sin considerar los perjuicios que estaban causando (por ejemplo a aquellos lectores que no gustan o usan ordenador). A esos amigos "incondicionales" de mis libros, yo les diría lo que Lola Flores a todos los que abarrotaban la ermita en la que casaba a una de sus hijas, y que con su alboroto impedían que se celebrase la boda: "Si me queréis, irsos".

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  6. Yo veo una solución intermedia: abaratar los libros en formato electrónico, de modo que sea mayor el esfuerzo de adquirirlos en la red que pagar, digamos, cinco euros por un libro que en papel vale doce. Los libros serían más baratos, pero obviamente se venderían más, y el porcentaje que llega al autor es muy superior. Además, los libros modernos pirateados tienen unas ediciones penosas, con muchas erratas, formato desajustado... Merecería la pena pagar esos cinco euros sólo por tener una edición decente, hecha por la editorial. El problema es que la decisión de abaratar el precio no está en manos del autor, ni del editor, sino de un mercado poco transparente, poco eficiente, donde los distribuidores son los dueños. Para liberalizar el mercado es necesaria una regulación de defensa de la competencia, o mejor dicho una aplicación de los principios que se recogen en la actual LDC.

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  7. ¿Por qué no se puede "piratear" el palacio de Liria? ¿Por qué no ocupar su salón principal por unos días o para siempre? ¿Por qué esa propiedad es intocable? O ¿por qué no "piratear" el ordenador del pirata? ¿Porque es propiedad privada?
    Vienen a decir, como aparente y sesuda réplica, que el arte es un bien del pueblo. Pues bien ¿por qué no se "piratean" los cuadros de las colecciones privadas o de la públicas y nos las vamos pasando de casa en casa para tenerlas una temporada? Y, por último, ¿por qué el título de propiedad de la vivienda del pirata no caduca y el título de propiedad del libro sí? "Lo que me agrada y me apetece quiero tenerlo a mi alcance y sin coste alguno", ese vendría a ser un principio del egoísmo absoluto que parece comienza a sustentar las relaciones humanas en esta nueva sociedad.

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  8. es que la propiedad no es un robo, sino la condición de la libertad (aunque suene esto a trompetazo melodramático) y robarle a un escritor forretis es como robarle a un ricachón, robarle a un escritor normal, que vive de su esfuerzo y de su empresa, es como robarle a alguien de la clase media, y robarle a un escritor pobre,o no dejar que un escritor lo sea de forma plena por no concederle ese mínimo salario de inserción que es la simple publicación de un libro, eso ya no tiene nombre más que vileza, porque el texto de un escritor, rico pobre o medio, como la tienda de un pescadero, son extensiones espirituales de su persona, que le son entonces arrebatadas también.

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  9. El otro día cogí de la Biblioteca Municipal de Mairena del Alcor, un pueblo a veinte minutos del mío, Los nietos del Cid (gracias, don Andrés, por regalarnos lo que solo una persona entregada a los libros es capaz de destilar; qué años tan convulsos y tan mal estudiados).
    Como es normal, no me cobraron por el préstamo. Conduje, gasté gasolina, pero no pagué por el libro.
    Tengo un lector de ebooks. ¿Los pueden prestar las bibliotecas? ¿Habrá en un futuro bibliotecas de la administración que presten ebooks después de habérselos pagado al autor? ¿Por qué lo que se hace con los libros de papel no se puede hacer con los digitales? Yo creo que ese es el auténtico problema. Se me acaba de ocurrir que lo mismo la Biblioteca Nacional podría "prestar" ebooks y pagarle al autor según las descargas legales/préstamos bibliotecarios. A ver si se lo comento a Mariano.
    Jairo Montero.

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  10. Los formatos digitales, en el caso de cine, música o (algunos) libros, convierten en infinitamente reproducible una obra sin que ésta pierda calidad. Eso es lo que diferencia el P2P o las descargas de la antigua chapuza casera de duplicar cassettes de música. A mí no me gusta que se hable de piratería porque en la mayor parte de los casos estamos hablando de gente que comparte, lo que pasa es que un libro de papel se puede compartir con dos o tres amigos, uno electrónico se puede compartir con todos.

    A veces pienso que la solución estaría en una plataforma legal (¿conocen Spotify?) en la que toda la música, todo el cine, todos los libros estuvieran disponibles. Sería de pago, a un precio razonable, pero con tantos usuarios que permitiría retribuir como se merecen a los autores que tanta felicidad nos dan, como don Andrés Trapiello.

    Un saludo,

    Miguel.

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  11. Toda la vida nos hemos prestado libros y no ha sido un crimen, solo una costumbre. Este es uno de los matices que hacen que la cuestión no sea tan sencilla. Otros los señalan Ridao y Montero, cuyas opiniones comparto. No defiendo el todo gratis, para nada, Pero si las editoriales no espabilan y enfocan la comercilización del libro digital de una forma sensata y realista, el fracaso está asegurado. No se puede cobrar un 70-90% del precio del libro físico por un volatil fichero que mañana perdemos por avería o al formatear el HD. De cualquier forma soy de los que creen que el libro-objeto no desaparecerá nunca (a diferencia del soporte físico de la música) y valoro en gran medida el trabajo de los que, como Trapiello, hacen que el aspecto sea un valor importante.
    Y por último, el peligro ante lo que supone internet nos deslumbra y omnubila, haciéndonos olvidar la otra gran amenaza para el libro y es el ¡porqué cada día se lee menos en España!

    Alberto Beltrán

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  12. Señor Trapiello, creo, como el autor del primer comentario, que el tema es mucho más complejo de lo que su caricaturización sugiere.

    A grandes rasgos, lo que se produce con Internet, las redes P2P y los servidores de descarga gratuita es una amplificación del préstamo de bienes entre personas. Del mismo modo que todos hemos prestado libros a nuestros amigos, la tecnología nos permite ahora que esos préstamos no tengan constricción espacial, y que no tengamos siquiera que conocer al otro sujeto implicado en la operación.
    Sin duda, esto acarrea un cambio decisivo en el modelo de negocio de la industria cultural (quienes, por cierto, comenzaron a utilizar el apelativo de "piratas"), con resonancias, también decisivas, en los propios autores. Por supuesto que nadie desea que el acceso libre a la cultura suponga la extinción de remuneración de los autores, pero lo que parece a todas luces innegable es que, si los bienes culturales pueden ser convertidos en unos y ceros, nos encontramos en un paradigma radicalmente distinto al que teníamos hasta el momento.
    Es absolutamente necesario, pues, buscar nuevas fórmulas en las que los creadores sean convenientemente remunerados al tiempo que los ciudadanos puedan acceder lo más gratuitamente posible a los bienes culturales. Debe ser ésta una aspiración de toda sociedad que desee incrementar el nivel cultural de la ciudadanía más allá de su poder adquisitivo, en línea con el viejo sueño ilustrado.
    En definitiva, la lucha que se plantea aspira a eliminar de esa ecuación de intercambio entre autores y receptores al intermediario industrial, acostumbrado a esquilmar a unos y otros en nombre de "la Cultura" (y soy consciente de su labor como editor, tan alejada de estas corporaciones que soy yo ahora el que caricaturiza).

    Comprendo sus quejas desde la perspectiva de un autor acostumbrado a otro modelo distributivo y remunerativo, pero le animaría a que fuera más consciente de las oportunidades culturales que abre la tecnología, estando en nuestras manos que nadie, y menos los autores, queden fuera de esta nueva arquitectura social.
    Le animo igualmente a que revise las posturas de los defensores de otro modelo de propiedad intelectual y difusión cultural, como el abogado David Bravo:
    http://www.rtve.es/alacarta/videos/el-documental/copiad-malditos-entrevista-completa-david-bravo/1068639/
    Sobre los fallidos intentos jurídicos de criminalización y sanción a las descargas basados en el ánimo de lucro y la difusión pública: http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=p6LRO4D2Lmw

    Juanma, lector entusiasta de su obra que tuvo la suerte de llegar hasta usted a través de unas entrevistas encontradas casualmente en la red.

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  13. Fahrenheit 451

    En la película "El escritor", de Polanski,la tecnología está presente en un guión sin fallos pero las memorias del primer ministro no salieron del "pen drive" y se mueve físicamente en maletas, con sus hojas martirizadas por el trato físico que reciben.

    Hojas que constituyen el tenebroso final elíptico fuera del campo fílmico.

    Aconsejo a los autores no utilizar Internet para presentar sus trabajos en la Intranet de su editorial. Pasear y darlos en mano.

    De todas maneras nadie está salvo del personaje antisistema o egoista que derivará esa obra desde la empresa para sus delirios anarquistas o lucrativos.

    Está naciendo un nuevo marco de creatividad y estamos desconcertados. Las generaciones que valoramos el libro como el más amistoso gestor de información, aunque consume celulosa en su origen no hace ningún daño durante su existencia, dejándose anotar, puntear y sobre todo, estar en la estantería contínuamente ofreciéndose al alcance de nuestra mano para cuando deseemos recuperar aquella idea que nos confortó o dará luz de algo nuevo que ha pasado. Estas personas seguiremos defendiendo la "fisicidad"
    - perdón por el palabro - del arte libresco.

    Estoy seguro que algun poeta antíguo ha trabajado ese desconcierto mientras caía la noche medieval y gente displicinada escribian lo que hoy consideramos incunables maravillosos.

    Creo que ha llegado la ocasión de que una nueva generación, en este caso laica, nos dediquemos a la tarea de compartir nuestros libros y su sensualidad con los seres queridos e incluso con algun autor.

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  14. No creo que el primer Anónimo(un poco decepcionado) sea lector del 90% de los libros (y diarios y centenares de artículos) de T., simplemente porque el que de verdad lo ha leído conoce esta su opinión desde hace mucho y repetida además en bastantes ocasiones.

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  15. "Fisicidad" preciosa palabra, sr. Gibreel. Esta tarde he estado manoseando un "e Reader" (toma ya) y que quieren que les diga... no es lo mismo.

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  16. En países como el Reino Unido se paga anualmente a cada autor una cifra de acuerdo con el número de veces que sus libros han sido prestados (gratuitamente) a los lectores durante el pasado año. Por supuesto, ese dinero sale del monto de los impuestos de todos los ciudadanos, que son los que se pagan ese servicio del mismo modo que pagan los hospitales o los bomberos. No es algo gratis como pueda ser el sol. A mí, que lo pago de mi trabajo, me parece un sistema estupendo. Por otro lado, afirmar que bajarse un libro con copyright vigente de internet es como tomarlo prestado de un amigo es toda una falacia.

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  17. Manuel Cañedo Gago16 décembre 2011 à 21:31

    La cultura en España ha estado sólo al alcance de un sector minoritario de la población hasta tiempos muy recientes, y ahora que se podría conseguir un renacimiento y universalización de la mano de las tecnologías, se piratea y se atacan los derechos de autor; fundamentalmente porque existe en la sociedad española la peligrosa percepción de que no se debe pagar por disfrutar de algo tan abstracto como literatura, música o cine. Que todo sea gratuito, lo quieran o no sus creadores. ¿Cultura? ¿Y eso qué es?

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  18. Yo vería con gusto que quienes, a propósito de este asunto, mencionan la palabra "préstamo", tuvieran un poco más de idea de lo que dicen. La primera acepción de la palabra "prestar" en el DRAE es, copio literalmente, "Entregar algo a alguien para que lo utilice durante algún tiempo y después lo restituya o devuelva". Se omite aquí que, para que dicho préstamo sea legítimo, la persona que lo hace tiene que tener derecho a ello. Un ejemplo: yo puedo prestar un libro de mi propiedad; pero no puedo "prestar" un libro que he robado, porque no soy su dueño legítimo,como no puedo legítimamente prestar un libro tomado sin que su dueño lo sepa de la biblioteca de un amigo, porque en cuanto propietario es él, no yo, quien tiene derecho a prestarlo, si lo desea.

    En otras palabras: para que pueda hablarse legítimamente de préstamo han de darse dos condiciones. 1) Que la persona que presta tenga efectivamente derecho a hacerlo. 2) Que, como aclara la definición del DRAE, dicha entrega legítima se haga con la condición de que el bien prestado sea después restituido a su legítimo dueño.

    Es obvio que ninguna de las dos condiciones se cumple, en el caso de que venimos tratando. La más importante, obviamente, es la primera; sin ella, es decir, sin un derecho legítimo por parte de quien presta a la titularidad del bien, estamos en el caso de alguien que, por poner un ejemplo, me robase el dinero que pueda tener en casa, y pretendiese justificar su acción repartiéndolo luego con los transeúntes que azarosamente encontrara en la calle. Y tuviese encima el descaro de calificar su acción como "una extensión del derecho de préstamo". Lo cual es falso de toda falsedad: ni hay tal "préstamo" ni, sobre todo, existe semejante "derecho", ya que precisamente el ladrón de mi ejemplo, o el pirata informático, NO HA ADQUIRIDO POR NINGÚN MEDIO LEGÍTIMO la propiedad del bien que pretende distribuir, sino que sencillamente lo ha robado (aprovechando, en el caso de este último, las facilidades de la tecnología), perjudicando así el derecho, éste sí real y legítimo, que el autor tiene a disponer libremente y como desee de los productos de su ingenio (que para eso son suyos), y a obtener un beneficio legal por su trabajo, como cualquier profesional lo obtiene del suyo.

    Y me he extendido un tanto porque es demasiado habitual que quienes obran así disimulen, incluso a sus propios ojos, la evidente inmoralidad de lo que hacen disfrazándolo, precisamente, con nombres como el de "préstamo". No hay tal cosa, sino el asalto sin justificación ni contrapartida al derecho legítimo del autor.

    Yo no sé si llegará a haber una regulación que pueda satisfacer a todos. Lo que sí sé es que, en tanto no la haya, no se puede justificar semejante apropiación ni disfrazándola de lo que no es ni diciendo que está justificada mientras esa regulación no exista. Lo que está mal está mal, por más que se pueda discutir de la legislación que lo regula. Igual que el robo es inaceptable, por más que se puedan históricamente cambiar, y de hecho así se haga, las normas concretas que lo condenan.

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  19. No es por marear la perdiz, es que me interesan las Bibliotecas públicas y su (dudoso) futuro.
    Los ebooks se venden y se pueden comprar. Compré el otro día un libro de cuentos en Bubok, ¿lo puedo prestar?
    Las bibliotecas prestan libros.¿Pueden las bibliotecas prestar ebooks? ¿Por qué pueden prestar libros de papel y no, libros digitales? Hay como una sutil diferencia moral/filosófica/económica que se me escapa y sobre la que no tengo ninguna certeza. Es evidente que si una Biblioteca compra un libro de papel solo puede prestarlo de una en una vez, pero lo puede prestar mil veces. Y si presta un ebook, sería artificial prestarlo solo de una en una vez, una cosa como ponerle a la tele de plasma un pañito de croché. Pagar al autor en función del número de préstamos me parece justo en el caso de que se deban mantener las bibliotecas públicas. Así, mejoraría la retribución de los autores más auténticamente interesantes para la gente que lee (los regalos de Navidad van a seguir siendo los mismos pérez no sequé y ruiz no se cuántos). Empleamos ahí el dinero de los premios nacionales y viva la democracia popular participativa. Lo mismo es más de interés público la lectura que el balonmano. Perdón por la extensión.

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  20. Sólo una información para Jairo Montero: en Madrid, donde yo vivo, tengo entendido que algunas bibliotecas de la red de "Bibliotecas populares" prestan efectivamente libros electrónicos. Desconozco, eso sí, las condiciones exactas en que lo hacen: nunca he utilizado ese servicio, aunque soy socio de dicha red.

    Y un detalle más, completando lo que antes decía respecto a llamar "préstamo" a actividades de piratería informática que nada tienen que ver con semejante cosa: incluso en el caso de que una persona haya adquirido legalmente un libro electrónico, sólo adquiere con ello dicho libro, nada más. Me explico: aparte de que no se puede llamar "préstamo", como expliqué, a una actividad en la que falta la restitución del bien supuestamente prestado, ocurre que quien adquiere, por ejemplo, un coche, no adquiere con él el derecho a reproducirlo (si sabe cómo hacerlo) y empezar a partir de ahí a vender (o regalar, si le place) los nuevos coches que fabrique copiando el original. Porque habrá comprado el coche, pero no el derecho, protegido por las correspondientes patentes (que para eso están), que los creadores de ese modelo de coche tienen a la propiedad de su diseño y fabricación. Dígase lo mismo de cualquier otro bien reproducible, desde medicamentos a zapatos. Igualmente, un escritor que vende un libro, sea éste de papel o electrónico, cede al comprador, al hacerlo, la propiedad de ese único ejemplar; no, en cambio, el derecho a copiarlo y distribuir esas copias, cobrando o no por ello; porque, como en el caso de los coches o los medicamentos, la creación misma sigue siendo suya. No confundamos las cosas, por favor.

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  21. ¡Que hábil Lucia Etxebarria!, ha estado al quite.

    Alberto Beltrán

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  22. ~ NAVIDAD ~

    Oh navidad, navidad,
    todos se empeñan en que brilles un año más,
    sin comprender,
    que siendo malos durante todo el año,
    jamás brillaras,
    por muchas luces que te pongan,
    mucho adorno, árbol o portal,
    no comprenden que si no son buenos,
    jamás brillaras.
    Un año nuevo más,
    para que tanto brindar porque todo vaya bien,
    si luego pasada la noche vieja,
    todos el mal vuelven a hacer,
    gente hipócrita, infelices caminantes,
    que esperan un milagro en navidad,
    sin saber que el milagro,
    solo ellos lo pueden realizar,
    siendo humildes, agradables y generosos,con todos los demás,
    no pasando por encima de los pobres,
    creyéndose superiores,
    pasando por encima de las injusticias,
    volviendo sus caras,
    pasando por la iglesia los domingos,
    engañándose a ellos mismos,
    cuantos crímenes, cuantas guerras,
    cuantos muertos de pateras,
    cuantos cadáveres de niños inocentes,
    cuantas mujeres, mujeres muertas,
    cuanto mal,
    para querer hacer,
    que brille la navidad.
    AUTORA:
    Verónica V.L.

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