18 mars 2013

Del tiempo


SOY, como acaso sepan los lectores de esta página, un espectador asiduo de los telediarios de Televisión Española. Mi vida rutinaria y doméstica me permite verlos siete días a la semana. Sus presentador*s nos son más familiares ya que buena parte de nuestra familia, tanto que a veces nos permitimos la fantasía de dirigirnos a ellos por su nombre de pila. 

Dejando a un lado otras consideraciones sobre el fondo y la intencionalidad de las noticias, he observado un cambio tangible, tal vez el mayor de todos: la información meteorológica, tradicionalmente reservada para el final, ha pasado desde hace meses a formar parte del meollo informativo, incluso de la portada, estirando considerablemente el tiempo dedicado al tiempo. Al principio lo achacamos a las inclemencias reiteradas: airones, tormentas, heladas, nevadas copiosas... Los encargados de darnos “los partes” se han vuelto más y más prolijos, los mapas que nos muestran son cada día más complejos, y las isobaras tradicionales han dado paso a gráficos minuciosos, más propios de la astronáutica que de la gente común. Unas veces se nos habla de las máximas de las mínimas, y otras de las mínimas de las máximas, tomadas al amanecer, al mediodía, a media tarde y a la noche como la temperatura de un enfermo aquejado de fiebres tercianas. A los vientos se les dedica igualmente un complejo territorio de flechas que giran sobre sí mismas como molinillos ciegos y los frentes fríos o calientes se nos despliegan con mayor detalle que las tropas napoleónicas de Borodino. No contentos con eso, cada día nos proyectan las fotografías tomadas por un ejército de espontáneos en quince o veinte puntos de España, abundando en los meteoros pertinentes (las nubes gustan mucho, por ser de “todo año”, seguidas de las olas rompiendo en el espigón de los puertos, y, cuando hay suerte, la nieve).  No sería justo que se entendiera todo esto como una crítica a los expertos que se ocupan de explicarnos lo sucedido y darnos sus pronósticos, bien al contrario: el grado de preparación y conocimiento de la materia que imparten es de tal profesionalidad que sufrimos por ellos (ya he dicho que forman casi parte de nuestra familia), pues a menudo parecen estar exponiendo un tema en unas oposiones a meteorólogos de la Nasa, más que contándoles a gentes comunes como nosotros  si va a llover al día siguiente o no.

No obstante, creo haber dado con la clave de todo. Ha sido un descubrimiento fortuito. Hemos comprobado al fin que cuanto peor va el país, en los telediarios de Televisión Española más tiempo se les da a los hombres y mujeres del tiempo para que expliquen lo suyo y más fotografías nos enseñan, temiendo nosotros que llegue un día en que en los telediarios sólo se vean fotos de cirros, de olas, de neveros. Yo mismo me he contagiado de ese modo de hacer (la familia tira lo suyo), y aunque mi mesa de trabajo parece abrumada por los graves problemas que tiene este país, levanto la vista de los periódicos y miro por mi ventana: ha empezado a nevar. No obstante, apelo a mi decoro y me digo que yo no hablaré del tiempo, pero cuando me doy cuenta, ya estoy al final del artículo, como Lope y su “soneto me manda hacer Violante”.
     [Publicado en el Magazine de La Vanguardia  el 17 de marzo de 2013]

8 commentaires:

  1. Ahora se explica lo del cambio climático, perdemos el tiempo en los telediarios de la Guan. Ya llegarán los míos e iremos en busca del Tiempo Perdido.

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  2. Lo que pasa es que hay mucho que tapar, y un buen nubarrón gris oscurece mucho el día. Es también la estrategia del calamar y su tinta. Por lo demás, y siguiendo con el reino animal, ya se sabe que la oscuridad es el sitio favorito de las cucarachas.

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  3. Ana, de siete años, viendo al Papa Francisco en la televisión:

    --Papá, ¿ por qué hay tanta gente que nos vigila: El Rey, el Papa...?

    Ana un poco después:

    --¿Y el Rey qué hace?

    ***

    ¡Aquél "hombre del tiempo" del siglo pasado! Por entonces el "tempo" interno tenía más espacio, contaba más. De ahí, posiblemente, la brevedad de los informes meteorológicos.

    La minuciosidad de la información sobre el tiempo como metáfora del valor de todo lo exterior al individuo; de lo falsamente común, de lo que pasa por ser colectivo y social. ¿Queda tan lejos el nuevo humanismo preconizado por Huxley en su "Mundo feliz"?

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    1. Mientras sea niña, al Rey y al Papa es ella quien los vigila.

      ¿Mata elefantes? Mata el aburrimiento. Da pena el pobre.

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  4. ¿Excesiva información sobre el tiempo?

    "La necesidad crea el órgano". ¿Necesaria la compulsiva alienación?

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  5. Forma parte de la corrupción al uso en su variante vengativa , no debería existir ninguna TV que nos costara dinero , bastante estamos pagando por la corrupción generalizada y ahora el olimpismo contra la crisis , la hazaña del clan Aznar y más dinero de todos para Madrid , al fin y al cabo es lo que estamos haciendo hace mucho . Si no fuera por el capitalismo europeo estaríamos pasando hambre , la pasta se la han llevado españoles pero la justicia española es medrosa y pusilánime con los ricos y tendremos que esperar que nuestros benefactores europeos dicten leyes que ayuden al pueblo . El gobierno central y la monarquia sobran , ya tenemos gobiernos autonómicos a los que podemos controlar de cerca , igual resulta que todos queremos ser como Cataluña si en Europa abren la lata para cortar por lo sano la agresión oligárquica . Europa patria no es una quimera .
    Saludos

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  6. Estando a gusto con mi decisión de no ver, no tener televisión y no querer tenerla, ¿Acaso estoy pèrdiéndome algo importante?

    Lo pregunto de verdad aunque tengo mis prejuicios.

    No estoy desinformado pero la televisión no me sirve ni para ver cine, muchas veces casposo, otras veces cortado por las promociones.

    Para mí la pantalla que tengo - una soberbia y estupenda - solo me sirve para ver el cine que me pongo.

    Y eso me da mucha información del mundo.

    Es una opción. Si alguien conoce una mejor le agradecería que me enseñase.

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