8 juillet 2014

Arqueología tipográfica (1)

ESTÁ acreditada desde hace muchos años la importancia que tuvo Poesía española. Antología 1915-1931 o "Antología de Gerardo Diego", como se la conoce, en la poesía española y en la poesía en español, tanto en su primera edición (esta que se ve en la imagen), como en la segunda, de 1934.
Que ochenta años después haya aparecido en el Rastro el bronce que sirvió para dorar su cubierta es, desde luego, un hecho irrelevante. Pero acaso lata en ese pequeño y oscuro trozo de metal la misma luz que llega a nosotros en el corazón de un trozo oscuro e inerme de meteorito, luz de una estrella no por fugaz menos intensa.


7 commentaires:

  1. Si ha sido usted el autor del hallazgo, qué bonito haberlo encontrado. En cualquier caso, a mí la tipografía empleada en la cubierta me gusta mucho.

    RépondreSupprimer
  2. En cualquier lata
    laten demonios y ángeles
    que no descansan.

    RépondreSupprimer
  3. A esta Antología elaborada por Gerardo Diego se refiere el dramaturgo Antonio Buero Vallejo en un poema dedicado precisamente a aquél (Buero no era proclive a la poesía, pero algún poema escribió). Lo copiopego:

    Te contaré, Gerardo,
    cierta historia secreta.
    Dentro de los pupitres
    tu Antología brillaba.
    Capturábamos versos cual luciérnagas
    de Juan Ramón, Alberti, Lorca, Huidobro.
    Y tuyos. El pocillo
    de tinta violeta
    aún competía con la estilográfica.
    Albert Samain diría, Vallejo dice...
    Y yo, sin decir nada.
    Yo no era aquel Vallejo.
    (Pensando en otra cosa
    cuarenta años más tarde
    repito, sin embargo, esas palabras
    como un raro estribillo esquizofrénico.)
    Estalló la bombona
    de sangre, frío, piojos.
    Entre disparos, miles de estudiantes
    musitaban aún cercanos versos.
    Supervivientes joyas
    contadas una a una
    después, en grises celdas.
    Nuestro pobre tesoro.
    De tarde en tarde alguna gema nueva.
    En un viejo envoltorio de sardinas
    hallé la luz verdosa
    de tu farol cantábrico
    y nunca me abandona el reverbero
    de su jugosa pulpa azucarada.
    Tu giratoria lluvia
    robé mas tarde
    y en mayo siempre es mía.
    Ahora nos acompañas
    en el café, a unos pocos que quedamos,
    como si en vez de ser Gerardo Diego
    un jubilado fueses.
    El luminoso nácar
    de una bella cercana nos ignora.
    Aún no está dicha la palabra Dicha,
    piensas, y yo contigo.
    Pero el verso la encierra
    nombrada y poseída.
    Otros adolescentes
    (limpios o ensangrentados, no se sabe)
    acopiarán, dichosos, el tesoro.
    Renovados Quevedos
    te han de oír con sus ojos.
    Gracias, Gerardo, por tu centelleo
    de claros rayos en mi vida oscura.
    La astucia excusarás de estos renglones;
    no ignoro, bien lo sabes, que son prosa.

    RépondreSupprimer
  4. El último párrafo, también de antología, para no ser menos.

    RépondreSupprimer
  5. Ese bronce es una maravilla. Un rescate excepcional.

    RépondreSupprimer
  6. Hay una canción muy buena , creo del 73 , de Patxi Andion sobre el Rastro de la que pongo una estrofa :
    Esto es el rastro señores,
    vengan y animensé ,
    que aquí estamos nosotros ,
    somos Papá Noel

    RépondreSupprimer
  7. Cúmulos de galaxias o cuarks extraños o encantadores: lo infinitamente grande y lo infinitamente pequeño, ¿no serán la misma cosa en el Gran Rastro del mundo? Que venga Dios y lo vea.

    RépondreSupprimer